Quiero compartirles mi historia que me llevo a la Quiropráctica y por que es parte de mi vida actual.  Cuando tenía 24 años vivía en Alaska y uno de mis pasatiempos favoritos durante el invierno era esquiar. Es un deporte que al inicio implica muchas caídas pero nada grave. Sin embargo a medida que mejoras y tomas más velocidad, las caídas disminuyen pero se vuelven mucho más fuertes.

Recuerdo claramente una de esas caídas. Fue tan violenta que el impacto lo sentí directamente en el cuello. Al instante perdí sensibilidad en los brazos, no los podía mover bien y mi cuello quedó rígido. Sentía como si toda mi columna se hubiera comprimido hacia adentro.

Fui a urgencias y me hicieron radiografías. Aunque no hubo fractura los médicos notaron que mi columna cervical estaba en flexión jorobada y que mi columna había recibido un trauma importante. El dolor irradiaba por los brazos y la pérdida de sensibilidad persistía. Me recetaron medicamentos que ayudaban a reducir el dolor pero yo sabía que eso no estaba resolviendo el problema real.

Pasé casi dos años así. Hasta que por casualidad o destino conocí a un Quiropráctico, el Dr. James Pizzideli. Estaba dando una charla en un parque sobre la Quiropraxia. Me acerqué, le conté mi historia y me invitó a hacer una cita a la semana siguiente.

Revisamos mis radiografías y me propuso un plan de tratamiento de tres meses. Terminé haciendo un tratamiento de seis meses. Fue la mejor decisión que pude haber tomado. El dolor desapareció completamente y hasta el día de hoy no ha vuelto. Pero más allá del alivio entendí todo lo que estaba previniendo: artrosis, daños en mis órganos internos, pérdida de movilidad porque esas vértebras afectadas se conectan con órganos vitales.

Esa experiencia transformó mi vida. No solo recuperé mi salud sino que descubrí una misión. Me convertí en doctor Quiropráctico y es por eso que hoy desde mi consulta me dedico a ayudar a otras personas a recuperar su bienestar acompañándolas a descubrir y vivir al máximo potencial de salud que Dios les ha dado. Porque yo sé lo que es vivir con dolor y lo que significa volver a vivir sin él.